Los muchachos de
Santa Teresa parecen muy tranquilitos, pero todo hace suponer que a la noche se transforman. No solamente tienen
una pandilla (la que, a juzgar por las pintadas, es de temer) liderada por un tal
Hook sino que hasta han conseguido convertir al mismo
Mickey Mouse en un forajido: en el grafiti se dejó crecer la barba, asegura amar a su grupete (
I love my gang, dice el roedor) y hasta tiene una muy libidinosa lengua afuera. Eso sí, conserva el moñito. Muy elegante.
Largo dos Guimarães, Santa Teresa
(Rio de Janeiro, Brasil)
Enero de 2008
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